En un terreno situado al sur de Vilna, la capital de Lituania, hay una gran actividad. Docenas de trabajadores van y vienen. Una hormigonera gira, una excavadora nivela el suelo arcilloso. Aquí se quiere inaugurar, a finales de 2028, el mayor centro de startups de Europa, llamado TechZity.
En varios edificios trabajarán hasta 5.000 personas en unos 55.000 metros cuadrados. Además, habrá cafeterías y restaurantes, un gimnasio y viviendas. La esperanza es que las startups puedan contribuir algún día de manera significativa al rendimiento económico del país.
"Estas futuras oficinas tienen paredes altas. Está científicamente demostrado que este 'efecto catedral' fomenta la creatividad. Además, los jóvenes emprendedores estarán constantemente rodeados de personas con ideas afines. Esto da lugar a nuevas ideas, se produce la magia", explica a DW Darius Žakaitis, uno de los fundadores de TechZity, mientras recorre una gran sala de un edificio con fachada de cristal que aún no está terminado.
Antes era una fábrica de costura, pero ahora los inversores están invirtiendo 110 millones de euros en el proyecto. "Lituania no tiene materias primas y nuestra población es escasa", afirma Žakaitis. "Así que tenemos que ser muy buenos en algo. El sector de las startups es una buena opción, porque trabajamos duro y muchos de nosotros hablamos bien inglés. Creo que las startups podrían generar una cuarta parte de nuestro producto interior bruto en 2030. Y sí, es muy ambicioso: hasta ahora es el cinco por ciento".
El sector quiere reproducir el éxito de las llamadas fintech en Lituania. Se trata de empresas que ofrecen servicios y productos financieros utilizando tecnología moderna. Según el Banco Central de Lituania, que también ejerce la función de autoridad reguladora financiera, el país ha concedido el mayor número de licencias fintech de la UE.
Hace una década, se tomó la decisión consciente de apostar por este sector, recuerda Marius Jurgilas, entonces miembro del consejo de administración del Banco Central. "En 2015, estuvimos en Londres con una delegación del ministerio de Finanzas y escuchamos al entonces primer ministro británico, David Cameron, decir en un discurso que quería convertir al Reino Unido en un centro mundial de fintech", recuerda Jurgilas en entrevista con DW.
"Nos miramos y nos preguntamos: ¿qué tienen ellos que no tengamos nosotros?" A raíz de ello, el equipo elaboró una estrategia fintech propia para Lituania, que fue aprobada por el gabinete.
"Creamos una puerta financiera en el banco central para empresas que no son bancos, lo que les permitió conectarse al sistema bancario. Además, creamos una licencia específica por la que las fintechs solo necesitan un millón de euros de capital inicial en lugar de cinco", explica Jurgilas, que entretanto ha fundado su propia fintech: Axiology. El objetivo es trabajar para crear una infraestructura del mercado de capitales a escala europea.
Röntgen, una plataforma de financiación colectiva para inversiones inmobiliarias, fue una de las primeras fintechs en subirse a este tren en 2017. Su fundador, Martynas Stankevičius, explica que, sobre todo, consideró una ventaja las condiciones marco, que ya entonces estaban claras. Y el hecho de que Lituania sea un país pequeño.
"Aquí tenemos acceso directo a los empleados del banco central y de los ministerios", dice Stankevičius a DW. "Esto permite poner en práctica rápidamente ideas empresariales innovadoras. Cuando surgen problemas, lo cual es inevitable, se consulta rápidamente a la autoridad reguladora qué procedimiento es aceptable para ella, sin tener que detener el proceso de innovación". Actualmente, la empresa con sede en Vilna cuenta con 17 empleados y una facturación anual de dos millones de euros.
Pero las startups lituanas tienen un problema: el crecimiento. Hasta ahora solo hay tres "unicornios" en el país, como se denomina a las startups valoradas en más de mil millones de dólares.
"El acceso al capital privado y público es un problema para las empresas jóvenes cuando se trata de crecer a nivel mundial. A esto se suma que el Gobierno ha aumentado este año el impuesto de sociedades y el impuesto sobre la renta", explica a DW Martynas Gruodis, analista político del Instituto Lituano del Libre Mercado en Vilna.
"Además, el Gobierno debería invertir más en formación y educación específicas, ya que cada vez hay más demanda de personal cualificado, también en el sector de la defensa, que ofrece oportunidades para las startups".
Una de las historias de éxito de Lituania es la startup Vinted, dedicada a la ropa de segunda mano. Fundada en 2008 por dos lituanos, se convirtió en 2019 en la primera empresa unicornio del país. El año pasado, facturó 813 millones de euros. Ahora, cuenta con más de 2.000 empleados y numerosas oficinas en Europa. Vinted también tiene en mente otras innovaciones. Actualmente, está creando su propio sistema de pago interno: Vinted Pay. Una fintech, por supuesto.
(gg/rml)
Autor: Lisa Louis
2025-10-06T18:06:42Z